La semana pasada se publicaron los resultados de un experimento realizado en Islandia de 2015 a 2019, con más de 2,500 personas que laboran en el sector público y consistió en reducir su jornada laboral de 40 horas a 36 horas (de 5 días a 4 días), sin reducción en su salario. La intención fue probar cómo se afecta la productividad.
En términos generales los resultados arrojaron un aumento en la productividad y por otro lado mayor bienestar de los empleados al reducir su estrés derivado de un mejor equilibrio entre trabajo y vida personal. Factor esencial que mejora la creatividad, por tanto el rendimiento y una menor rotación de personal.
Es un tema polémico que ha sonado fuerte. Incluso ya hay otros países realizando estudios similares (Nueva Zelanda, España, Alemania). Sin embargo es importante matizar que Islandia como tal destaca por ser un país que busca en todos los sentidos el progreso social y que por lo tanto tiene una idiosincrasia distinta a la de otras latitudes.
En el caso concreto de Latinoamérica, la implementación tiene el potencial de aportar beneficios macroeconómicos, al crear fines de semana de 3 días podría llevar a un crecimiento del consumo en los sectores turísticos y de esparcimiento y en consecuencia aportar mejoras a la economía. Pero no olvidemos que el PIB per cápita en estos países exige de muchas cabezas de familia el tener dos trabajos o recurrir a jornadas extras para completar el sustento, por lo que la medida implica previamente resolver problemas más serios que merman el bienestar y entonces sí buscar mecanismos de progreso. Aunque esto muchas veces es atribuible a la situación económica del país, no exenta que la baja productividad puede tener diversas causas, como falta de preparación o apatía personal hacia el crecimiento económico.
Tomando todas las variables, es indudable que esto abre ventanas para crear oportunidades de mejora en paralelo a fortalecer el bienestar; de lograrse habrá otros beneficios colaterales, como en el medio ambiente (al disminuir el consumo de energía por reducir desplazamiento y uso de oficinas) y la salud personal (física y emocional).
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